Cerraste los ojos, sientes su
caricia sobre la mejilla. Una sensación que hace temblar tu cuerpo. Brisa espeluznante,
noche en la neblina. Tú sigues pensando cómo fue que logró hacerte sentir así.
Podría la eternidad haber muerto entre sus brazos. Cada respiro clavaba en el
alma. Sabías que al final un siempre no sería verdadero.
¿Por qué habría de doler así? Son
momentos, solo momentos y tus latidos se congelan. Te suspendes en un tiempo
sin tiempo y caes, y te levantas, y vuelas y vuelves a caer hasta el infinito,
sin retroceso, sin partida, sin comienzo.
Una promesa y renaces hacia tu
muerte. Lenta y perceptible. Consiente. -Déjame escapar de la desesperación de
la mente.- Podrida, desesperada, agonizante. ¿Cómo fue que te sentiste libre? Eres
tu sombra entristecida, cubierta de fantasmas. Temores.
Y sangras, y te ahogas y te atan
a las alturas para luego dejarte caer ¿cómo fue que un día fuiste hermosa? Sonreirás
y todo era verdadero, ¿o nunca lo fue? Deseo lo inexplicable, naciente, llameante.
Arde el alma impetuosa, dispuesta, impulsiva.
Y deseaste. Y deseaste. Y deseaste.
La vida. La Muerte. El Amor. El odio. Fuiste fuego y ceniza. Quemaste corazones
y te perdiste a ti misma. Cómo calmarte.
Cómo calmarme. Torbellino asesino de pesadillas y palabras.
Un sueño perdido en la neblina
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