18 noviembre 2012

Detenida



Mi alma está detenida. Siento la brisa rozando mi cuerpo tendido. El crepúsculo se hace eterno en mi mente.  Mi corazón murmulla junto al río canciones de amor.
Nada podría sacarme de tantas hermosas ensoñaciones, fantasías de dicha y pasión por vivir. Mis labios fríos cubren los valles de calor. Abrazando el desierto y los bosques. Voces del pasado saludan riéndose y me enseñan que creer valía más que olvidar.
Nunca nadie me negó llegar a sumergirme con enojo en mi espacio. Pero la esperanza miraba desde un punto más alto, diferente al otro día cuando te creí observar.
La esencia de la muerte dentro de un capullo naciente mordisqueado por un dolor maldecido. El odio caminaba al lado de mi mano y junto a la otra aferré un cariño que apareció de repente. Se creó entre el miedo y la desesperación  un sentimiento profundo que jugueteaba con pétalos de sangre.
Cuando mis ojos descansaron en tu cuello supe inevitablemente que estaba muerta de dolor. Acariciar tu rostro me hizo pensar de que tal la equivocación se había aparecido en mi alma pero eso no impidió mis deseos de querer fundirme entre tus sueños y convertirme en una parte de ti.
Él nunca me habría dicho las cosas que reflejaba tu mirada, tu preocupación hacia lo desconocido de algo poco entendible.  Pero una ráfaga de viento furioso buscando venganza en las mismas trituradas heridas de siempre, no puede ser domado, atrapado.
Vagaré entre las entrañas escondidas de las noches mágicas en que descansas junto a tu almohada. Podré cuidarte cuando cierres las puertas de tu consciente.
 Descansaré a tu lado como si nunca me hubieras confundido con algo real. Y creerás que yo no existo pero siempre estaré allí, donde solo tú me quieres ver.

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